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TESTIMONIO
Haber nacido y crecido en la “Villa” me brindó la
oportunidad de rodearme de culturas tan heterogéneas
como lejanas las unas de las otras. Más de una vez
pensé que mi visión sobre la vida y el mundo era muy
sesgada, ya que hice desde jardín de infantes hasta el
último examen de mi carrera universitaria no solo en
el mismo pueblo, sino en la misma Institución. Pero con
el pasar de los años pude comprobar que la formación
que recibí en la UAP consistió más que en simples
conocimientos académicos, en una combinación de
componentes que me hicieron crecer como persona
en aspectos que de otra manera probablemente no
hubiera desarrollado.
Creo que de eso se trata justamente el concepto de
“educación integral”, de abarcar los aspectos intelectuales,
físicos y espirituales en un mismo entorno. La UAP te
ofrece la oportunidad de formar amistades duraderas que
de alguna manera se convierten en una “familia adoptiva”.
A su vez, tenés la posibilidad de participar en actividades
recreativas y culturales, de formar parte de conjuntos
musicales y equipos deportivos, de tomar clases de
idiomas y de involucrarte en innumerables oportunidades
de crecer de manera integral.
Debo confesar que probablemente hoy, como
profesional de Ciencias Económicas, no pueda deinir el
concepto de plusvalía según Marx, o no pueda nombrar
las fuentes del derecho procesal. Los conceptos
académicos pueden llegar a ser los mismos en cualquier
institución académica, pero la formación de vida que
uno adquiere en la UAP es única.
Hoy, estoy en el inicio de mi carrera como profesional,
seguro de que tengo más que un título bajo el brazo. Los
conocimientos especíicos para las tareas a desarrollar
vendrán con el tiempo y el ejercicio de la profesión. Pero
las experiencias vividas durante mi paso por la UAP me
acompañarán siempre como un vivo recuerdo de que
mi tarea aquí es tratar de suplir “la mayor necesidad del
mundo”. Esto implica ser un hombre que no se venda ni
se compre, de ser honrado y sincero en lo más íntimo
de mi alma, de no temer dar al pecado el nombre que
le corresponde, que mi conciencia sea tan leal al deber
como la brújula al polo, y de mantenerme de parte de la
justicia aunque se desplomen los cielos.
Juan Fernando Reichel
ex alumno de FACEA